sábado, 22 de agosto de 2009

nadando en sus mejillas

Había empezado a ahogarse por dentro
creo que era eso lo que le dolía...

Toda la presión ejercida en las paredes estomacales no podía aflorar de otra manera que dejando a su paso perfectas rectas que cortaban verticalmente cada mejilla, unas líneas de color negro azabache de sabor salado a la altura de la comisura de sus labios...

Dolía por dentro y se dejaba notar levemente por fuera, su risa había sido atrapada por un intento de mueca amable irreconocible en aquel rostro angelical, fue entonces cuando él supo que comenzaba a ahogarse por dentro, sí... fue en ese justo instante...

Entonces se sentó a su lado y le acarició el codo, una de las pocas partes del cuerpo que ella permitía acariciar, y en ese momento notó que él dejaba de apoyar todo su peso sobre el asiento para comenzar entonces a levitar de forma pasiva hasta su rostro, para posar sus labios en cada mejilla, frenando mareas saladas en sus mejillas....

Ella sonrió, le abrazó y sintió que había conseguido salvarse de una muerte interna inminente...

La marea

Una marea de sensaciones inunda mi cabeza para dejar paso a un huracán de emociones en mi estómago...

Soy incapaz de delimitar correctamente este jardín en el que sobran invitados; como sobraban versos al susurrarlos a tu espalda y sobraban caricias bajo el agua, un agua turbia por momentos...

Intento que esta marea llegue a estar bajo control... a la vez que me cuesta encontrar una buena definición de "control" aplicada a mi rutina diaria en la que me veo inmersa últimamente...

Creo que voy a tener que pedir uno de esos útiles de bebés, sí... un "flotador" metafóricamente hablando...
quiero notar los pies en tierra firme,
quiero que lo que me rodea frene su ritmo frenético,
quiero notar esa sensación de control, de seguridad,
quiero salvarme...


salvarTE en definitiva...

miércoles, 19 de agosto de 2009

agosto dos mil nueve

Pasamos gran parte de nuestro tiempo evaluando alternativas, asignando a cada oportunidad un cáliz contingente con nuestro contexto personal; actuamos como máquinas de tal manera que no somos capaces de percibir esos pequeños detalles que adornan las oportunidades, esos pequeños detalles capaces de generar en lo más profundo de nosotros un movimiento de acción cuya repercusión más simple se sinonima con sentimientos, el más puro; el de la seguridad, acompañado de unas inseparables e impredecibles ganas de "dejarse llevar" que nos vuelven realmente vulnerables a la vista de los demás y activan el modo stand-by al procesador que hace que actuemos como máquinas...

Y es en ese momento en el que ese procesador pasa a un segundo plano, cuando por fin, consigues sentirte más vivo que nunca, más frágil que antes, pero sí, más vivo que nunca...