jueves, 12 de agosto de 2010

horas de luz

El olvido es de las pocas cosas eternas y perecedera,
el milagro reside en alcanzar el verdadero olvido.


Y tú me hablabas del tiempo y a mi se me escapaban los segundos de las manos mientras los sentidos se transformaban en sinsentidos por culpa de tu ausencia.

Y tú hablabas del tiempo mientras yo intentaba desequilibrar los mecanismos de la física cuántica o la física que habitaba en nuestros cuerpos, entre nosotros, segundos antes de consumirnos en el olvido.

Y tú me hablabas del tiempo y yo te preguntaba en qué fracción de minuto encajaría nuestro olvido mientras te miraba y me miraba; mientras miraba nuestros cuerpos desnudos en el espejo de aquella habitación de hotel.

martes, 10 de agosto de 2010

lugares

Y yo
soy la mitad de alguien valiente si me faltan tus detalles

miércoles, 4 de agosto de 2010

días tontos

Tal vez tardé en aprender a aceptar el dolor, el daño... O eso, o que era muy difícil aceptar que había aprendido a aceptarlo. Era una especie de cansancio despierto.

Andaba por playas y estaban rotas; me entretenía en el rojo de los semáforos y estaban rotos; me ponía a pensar, y estaba rota... Completamente rota. El problema es que yo no sé qué rompió todo ni quién me rompió a mi... Solo sé que un día me puse a hacer recuento y me faltaban trozos, pedazos de mi misma.. y esos trozos, esas partes, no se pierden porque sí. Ni los dejas debajjo de la cama, ni se cuelan por los estantes del cuarto... Esos trozos se te despegan o te los arrancan, e incluso, a veces, se te escapan porque ya no se sienten parte de ti. Quien se haya convertido en partículas de uno mismo, sabrá de lo que hablo.

No son historias sin sentido, quizá para mi solo son palabras que guardaré a modo de diario y no me hablarán de calidez de aquí a viente años, cuando las desempolve de nuevo... Pero no me importa, porque no las necesitaré. Supongo que para entonces los días nublados serán de esos días en los que existan quistes grises en el cielo. Días, en los que ya no duela la imaginación, o las esperanzas punzantes, o el hecho de aceptar la insatisfacción continua, o que el pinchazo en el pulmón no sea algo casual.

Supongo que son días y días, que hay días que deberían arrojarse rápido sin parachoques por el horizonte, a modo de suicidio; y ya no solo porque me encante la noche, sino también porque la vida me cansa y estoy cansada. Los pies duelen cuando llevas tanto tiempo siguiendo pasos que no te han dejado huella. ¿Quién quiere volar? Porque yo estoy cansada de seguir aquí, mientras me pisa el cielo... Y tanta incoherencia sumergida en el barro, tanto roto aferrado a mis talones... Parece como si me fuese a desmigajar como lo inservible en cualquier momento...

Parece, que el tiempo me está dejando con la mayor de las ignorancias en la menor de las cunetas, en medio de la abundante, constante e inmedible soledad... Por favor, que me despierten cuando se extingan los días tontos.