sábado, 5 de noviembre de 2011

ya solo habla de amor

Se atusa el pelo con las manos, y enseguida se pone a pensar en cosas importantes. ¿Importantes para quién? Importantes para él, faltaría más. Si está desconsolado es cosa suya, si quiere amar a quien ya no se deja amar, a nadie debería importarle. Si su amor es o no sincero, o lo fue en el pasado, ¿quién puede decirlo? Desde luego no las porteras o las vecinas de su barrio. Si se ríen de él, que se rían. A veces mira a las mujeres con un amor verdadero que aparentemente no dura nada. Y luego se esconde, y a escondidas, las ama en silencio y para siempre.

En las calles no hay más que una mujer para él, pero se guardará muy mucho de decir su nombre, tal vez porque ya le mandó rosas, sin suerte, así que se dedica a mirar con devoción a perfectas extrañas. No hay nada mejor que pasear entre las cosas de las mujeres para respirar siquiera por un instante las pocas promesas que ofrecen los días. Se dedica a observar a las mujeres y carece de cualquier otra fe. Así se pasan más ligeras las tardes.

Solo una mujer puede convertir, con su mera presencia, un segundo cualquiera en una promesa.


Ray Loriga. Ya solo habla de amor.

martes, 1 de noviembre de 2011

muertos

Supongo que no éramos una de esas parejas que se abrazaban mucho...

Hoy todos están muertos, los nuestro también. Todo y todos están muertos. Los sentimientos y las emociones ya no bailan a ritmo de vals, tampoco vibran a ritmo de jazz... Están todos aletargados, dormidos, inertes, puede que muertos. Lo único que sigue latiendo es un conjunto de recuerdos latentes, como cuando me sacabas a bailar... Dime, ¿aún bailas para conseguir besos?

No sé que queda, no sé que hay aquí, tampoco sé si me importa realmente... el hecho es que a simple vista no están y que tú tampoco estás aquí. Que una vez te pregunté "¿qué queda cuando ya no hay nada? Tú te encogiste de hombros, nunca respondías a mis preguntas. Solo hablabas, hablabas de lo que a tí te apetecía o te gustaba o te entretenía, pero nunca hablabas de lo que yo quería hablar, pero supongo que tampoco éramos una de esas parejas que se hablaban mucho... No lo sé.

¿Qué queda cuando ya no hay nada?

Supongo que esto es lo que queda;
frío, lluvia,
calles llenas de gente con frío empapadas por culpa de la lluvia,
hoteles de carretera,
canciones para otros que ahora sí son pareja,
bandas sonoras originales que no son más que réplicas de escenas de películas de acción,
escenas de películas de acción...

Pero dime, ¿te marchaste para no ver este desierto de arena y restos putrefactos de nosotros mismos? ¿Por eso te fuiste?

Lo cierto es que te marchaste antes. Antes, cuando las carreteras aún estaban practicables, ahora ya no hay salida. Cariño, han cortado las carreteras, yo no estoy aquí por gusto.

No me quedé para ver cómo se hundía y perdíamos todo... Me quedé porque más allá tampoco había una salida, tampoco había nada mejor.

Ahora dime, ¿era tu huida una especie de salida para mi?

Nunca lo sabremos, al menos no por ahora.

Solo te diré que aún quedan caminos abiertos de vuelta a casa, y que hay noches en las que espero que cojas alguno de ellos pronto porque Cariño, aquí están todos muertos y no sé por cuánto tiempo más querrá seguir bombeando el de arriba a la izquierda...

Pero hay caminos de vuelta a casa abiertos
y aquí aún hay alguien vivo...

Aunque supongo que no éramos una de esas parejas que se abrazaban mucho...

lunes, 24 de octubre de 2011

corrientes

Hacíamos las maletas, nos íbamos, nos marchábamos, abandonábamos el barco, fin de la historia, fin de la película. Esta mierda no es para nosotros.

Ropa interior, pijama, ropa de verano, ropa de invierno...¿qué tiempo hace en el lugar al que nos dirigimos? Qué más da, podría hacer el calor más sofocante que seguirías sintiendo los pies fríos.

Apartamos las maletas, nos besábamos, mirábamos por el balcón. La ciudad estaba cubierta por una cortina de lluvia. Agua... las corrientes de agua se llevan todo lo que encuentran a su paso. ¿Por qué no nos arrastraba a nosotros también? Nosotros, que estábamos ahí, en el apartamento del 2º piso, en la calle del centro, haciendo las maletas, dispuestos a ser arrastrados por no sabíamos bien qué.

Su mano acarició mi espalda. Era la primera vez que me tocaba así desde hacía mucho tiempo. Me agarró la mano fuerte. En ese momento supe que por muchas corrientes que nos arrastrasen, no moriríamos ahogados. Esta vez no. Esta vez saldríamos a flote, lo haríamos, esta vez, sí.

Permanecíamos inmóviles, mudos, frente a las cristaleras del balcón, viendo cómo caía la lluvia, agarrados de la mano. No decíamos nada, no oíamos nada, solo el tintineo de la lluvia golpeando el cristal. ¿Es que ya nos lo habíamos dicho todo? O por el contrario, ¿nos lo estábamos callando todo?

domingo, 23 de octubre de 2011

domingo.lluvia.tú.

No estás dormida. Simplemente miras el techo de tu habitación tumbada en la cama en plena oscuridad. El reloj marca las ocho y vente de la mañana. Vibra el móvil, y, como con el toque de un despertador, te levantas. Un mensaje. Lo lees. "LLUEVE. FELIZ DÍA DE LLUVIA". Cierras los ojos, ahora sí. Y descansas la mirada acostumbrada ya al color negro que invade tu alrededor. No sabes cómo pero escuchas esa voz recitando las palabras mágicas. Escuchas el siseo de alguien pidiendo silencio. Pero un silencio cómodo, un silencio placentero, un silencio próximo, un silencio que inspira paz, tranquilidad. Como si en vez de haber leído el mensaje, lo hubieras escuchado, vivido. Como si alguien, antes de marchar, antes de salir de casa, hubiese entrado en tu habitación, mientras dormías (o lo hacías ver), a desearte un buen día. Y crees, realmente, que esas palabras te las ha silbado, notas como si hubieras vivido un sueño, o peor, como si fuera realidad, como si el mundo se hubiera dado la vuelta y te hubieras imaginado que lo estabas leyendo cuando en realidad esa persona existía y se acaba de ir. Como si esa persona fuera real, recién levantada de tu lado, calor de tu calor, cuerpo de tu cuerpo, preparada para comenzar su día. Pero sabes que es mentira. Siguen siendo palabras en una pantalla con luz. No te crees que esté lloviendo, así que te pones en pie y decides levantar la persiana. Y lo ves. Sí, llueve. Está lloviendo. Y sabes que vas a levantar todas las persianas de tu casa, para que puedas empaparte la vista y llenarte de este genial día de lluvia.


gracias

sábado, 22 de octubre de 2011

ninguna guerra se parece a otra

"Y que nadie venga a decirnos que en la guerra también hay límites, hay reglas. En la guerra, o se mata o se muere. Esa es la realidad de las guerras".
(Jon Sistiaga)




Habían lanzado los primeros misiles contra los civiles. La ciudad se hundía. Nosotros en los refugios, atrincherados, para protegernos del fin. La ciudad se hundía, el Mundo entero parecía haberse vuelto loco, o al menos, estar todo patas arriba. Pero nosotros estábamos en los refugios, supuestamente a salvo, y con ganas insaciables por ver cómo terminaba el capítulo de la Historia de nuestra ciudad.


Caminaba por las calles que ahora estaban muertas pero que anoche estaban más vivas que nunca. No había luces, por primera vez la luz de la luna bastaba para alumbrar la antigua ciudad ocre. Ni una sola terraza puesta, ni un solo bar abierto. Entonces llegué al bar de siempre. Parecía que lo habían abandonado a toda prisa, tan rápido que se les olvidó echar la llave.
Empujé la puerta y entré. Todo estaba vacío y desordenado. El piano en la esquina, sillas que impedían el paso y dos mesas más atrás percibí una sombra, una figura sobre un fondo. Eras tú.

Corrí hacia tu mesa, me senté enfrente tuyo y entonces te agarré la mano. Por un momento me sentí a salvo. Caras de sorpresa, ilusión, miedo, ambivalencia... desorientados. Así estábamos, desorientados.

- "La ciudad se hunde, se está derrumbando todo... No tengo miedo de perder mis cosas, las calles, los edificios, la ciudad... tengo miedo de perderme las noches, pero sobre todo de perderme los amaneceres".
-"Entonces tendremos que intentar salvarnos a nosotros mismos en medio de todo este caos".

No había sitio seguro en la ciudad que no fuesen los refugios copados de gente nerviosa. Nosotros no éramos como los demás, no podíamos atrincherarnos con ellos, "tendremos que construirnos un refugio propio, resistente. Seremos los sobrevivientes del caos y de la muerte".

Los misiles no dejaban de reventar la ciudad, había ruido, estruendos, demoliciones de edificios, gritos y llantos de fondo...Nosotros gritábamos y llorábamos mudos. Dentro todo eran mareas internas. Pero ahí permanecíamos, rostros impasibles que solo eran capaces de mostrar el terror a ser descubiertos... terror de abandonarse a sí mismos.

Las horas pasaban, hablaron, se enredaron en espirales de historias, pero llegaron al epicentro de la ruina. Llegaron a saber de dónde venía todo el dolor, el origen de la desorientación propia, centro de huracanes y pasiones, el inicio donde todo acababa. Lo descubrieron y por un momento olvidaron los misiles, los estruendos, los ruidos, la caída de la ciudad. No podían decir nada. Sabían perfectamente que estaban condenados...

Y por un momento, prefirieron estar fuera, en la calle, vulnerables, presos de cualquier misil contra civiles inocentes, con tal de no seguir viviendo esa condena que llevaban dentro. Porque sabían que serían testigos del fin de la ciudad, pero no sabrían si algún día tendrían el valor suficiente para vislumbrar el fin de sus respectivas condenas propias.

miércoles, 19 de octubre de 2011

otoño y estaciones

ven a recoger mis pedazos a la estación
aquí está lloviendo,
digo aquí, no ahí afuera.
llueve
y es más otoño que nunca
porque todo caduca
no solo los árboles
nosotros caducamos...

ven a recoger mis pedazos a la estación,
llego tarde
últimamente siempre llego tarde
llego tarde a todo
a la risa
a los sueños
a los besos
siempre llego tarde últimamente
y aquí está lloviendo
así que
ven a buscar mis pedazos a la estación
antes de que pierda alguno
o me pierda

porque el problema no es perderse
o perder alguna pieza
es volver a recomponer el mapa
el puzzle
volver
a
recomponerse.

(.)

pero el silencio es cierto
por eso escribo
estoy sola y escribo
no, no estoy sola

hay alguien aquí que tiembla...

martes, 13 de septiembre de 2011

el mundo a tus pies

El mar estaba justo bajo mis pies... sensación de ligereza, de nimiedad, de infinitud... sensación de entender "el mundo a tus pies"... me sentía grande, enorme; no había suficiente agua en todo el Atlántico capaz de inducirme una sensación de miedo por ahogamiento.

Tú nadabas, y nadas, nadas entre los restos de recuerdos que aún conserva mi memoria...

Mi cabeza es un huracán, un terremoto de ideas, maremoto o tsunami cuando dichas ideas van acompañadas de lágrimas. Terremoto de ideas en constante movimiento, pero siempre sigue bucles, bucles porque hay puntos fijos que se repiten. Puntos, a los que la memoria acude en forma de regresión, acude a ellos para detenerse y descansar un rato.... Tú eres uno de esos puntos.

Lo importante es que el mar era enorme, que lo tenía bajo mis pies, que estaba a un salto para perderme, para perderte... y nunca hay suficientes ganas, nunca hay suficiente agua para ahogar tu recuerdo, nunca hay suficiente agua para perderte, porque siempre sales a flote, porque siempre sobrevives a los terremotos, a los huracanes y a los tsunamis internos, porque por más lejos que esté, por más que me aleje; nunca es lo suficientemente lejos para que no aparezcas de nuevo, a flote.

Me resigno y empiezo a convivir contigo, porque, por lo visto, no hay manera de ahogarte, de perderte, de despedirme de tí...

lunes, 29 de agosto de 2011

.

No es lo mismo. Hay personas con las que quieres acostarte y otras con las que quieres despertarte.
Y por mucho que queramos, nunca es lo mismo, no tiene nada que ver...

sábado, 2 de julio de 2011

la jaula

Es como sentirte presa en la jaula que tú mismo construiste, como si cada una de las cualidades que más valorabas de ti mismo desapareciesen y se convirtiesen en barrotes que te impiden salir, te cortan las alas, acaban con tu libertad.

Y entonces se produce, desde fuera, un efecto óptico, que desde dentro no es un efecto, es algo tan real que duele, te oprime el pecho... la jaula se hace cada vez más pequeña, o tu cuerpo cada vez más grande, se hincha, adopta las cualidades de la materia en estado gaseoso, intentando ocupar todo el espacio posible... intentas sacar las extremidades por los barrotes, pero no puedes, porque el hueco no es lo suficientemente grande, no puedes, porque tus extremidades aumentaron tanto que no consigues moverlas... estás paralizado. Entonces tu cabeza roza con la parte más alta de la jaula, y no es que roce, es que a medida que pasa el tiempo tú sientes cómo los barrotes se clavan en tu cabeza, el lóbulo temporal es oprimido de tal forma que tu memoria queda anulada, y no recuerdas pasado mejor que el presente que vives ahora, porque no recuerdas nada, nada, nada de tu mente, solo el dolor permanente actual, presente y continuo.

Luchas, luchas por poder correr o escapar, pero ni siquiera eres capaz de parpadear porque las pestañas rozan con los barrotes... entonces lloras, lloras porque tienes la esperanza de que las lágrimas tengan cierta composición ácida que consiga corroer los barrotes, pero no es así, tampoco lo consigues. Tus fuerzas se anulan y tu cuerpo queda preso en la absurda jaula, que desde fuera solo es un efecto óptico, pero desde dentro es algo tan real que duele de tal manera que se convierte en irreal y no sabes delimitar dónde acaba la realidad y dónde comienza la ficción; porque tu mente está oprimida y no recibe señales coherentes, las vías nerviosas bailan a ritmo de Vals, yo lucho por la salvación, y desde fuera, todo parece un circo, pero dentro, te aseguro, que no lo es...

martes, 14 de junio de 2011

..

Desde un abrazo roto, si me dejas, echo de menos tus mañanas enredadas en bostezos. Suena un cantautor en la radio, unos dicen que es Dylan, otros que Bruce. Sus pisadas y sus cuerdas vocales no le bastaron para hacerse un eco propio.
Malditos espejos, en los que siempre hay que mirarse. Hay noches en las que tengo largas conversaciones contigo, para mi todavía no has muerto. Te cuento que el mundo se ha vuelto loco, pero eso ya lo sabías. Que mi vértigo va in crescendo. Que ya no me entiendo con nadie. Que momentáneamente hay quien me quiere hacer creer que sí. Y me siento a salvo, entonces sí.
Cuando te fuiste te llevaste mi soledad, y no la he vuelto a ver por aquí. Seré generosa, en un acto de altruismo te diré que te la regalo. Por si algún día ya no recuerdas la forma de mi hombros y te asomas a su espalda.
Desde hace cosa de una semana me permito pensar con un ritmo distinto, de verano, pero qeudan tantas cosas por hacer antes de dejar descansar los nervios...
Envíame remites desde donde quiera que estés.

lunes, 13 de junio de 2011

...

Después de mucho meses, he necesitado un viaje en autobús para volver a leerte.

Has vuelto a escribir sobre sexo, siempre decías que eso no tenía mérito, porque era lo más fácil, a lo que todo hombre recurre por instinto... tú lo has hecho, anoche, según tu blog, a las 3.45 publicaste una nueva entrada hablando de sexo... sería tu instinto el que recurrió al sexo mientras tus dedos se sincronizaban para poder organizar un relato coherente con tanta idea y poca sangre en la cabeza...

He tenido una sensación extraña al leerte de nuevo. Echaba de menos los paseos por el río sin el río, echaba de menos las charlas sobre literatura pero sin literatura, incluso echaba de menos el sabor de tus besos sin sabor... Entonces pensé que quizás me habría equivocado a la hora de comprar el billete de autobús, que quizás debía haber cogido otro con un destino diferente... no sé, pensé que me había equivocado y me he puesto nerviosa... El hombre que había sentado a mi lado lo ha notado y me ha dicho: "Pero bonita, ¿estás bien?". Soy de esas personas que no son capaces de disimular el menor atisbo de emocionalidad a la altura de mi rostro, tú lo sabes y por eso jugabas mucho con mi expresión corporal, no solo entre las sábanas, eso ya es otra cosa, me refiero a cuando me llamabas con voz apagada y me decías que teníamos que vernos urgentemente, que te habían dado una noticia horrible... Yo siempre acudía corriendo, casi sin aliento llegaba hasta a tí y entonces con mi rostro desencajado, preparándome para la peor de las noticias, recibía por tu parte una sonrisa y un: "¿En serio te lo has vuelto a creer?"... Nunca me enfadaba, siempre tuviste esa capacidad de no hacerme enfadar.

Bueno, no quiero desviarme... el caso es que yo me he puesto nerviosa y he querido volver hasta tu lado. He pensado en el sueño que tenía recurrente cuando dormía en tu casa, ese en el que estábamos en un estanque en la zona de Noruega y el agua estaba congelada... ese sueño en el que tú olvidabas cómo nadar y te empezabas a hundir, entonces yo siempre te salvaba, yo te salvaba... he pensado qué pasaría si esta vez entrases tú solo en un estanque helado, he pensado que no podría salvarte porque ya no estaría contigo, supongo que por eso quería ir corriendo a tu lado. Sí, es una gilipollez, tú sabes nadar perfectamente y no estás en noruega sino en la costa mediterránea y todo es una historia absurda en mi cabeza, que quizás no quiera significar otra cosa más que una excusa para volver a ti y que no sea con las manos vacías...

Te he vuelto a leer y para tranquilizar al señor me hice la dormida, conecté mi ipod y cerré los ojos, cuando los he vuelto a abrir ya había anochecido, me he perdido el anochecer, tampoco me importa, supongo que hay momentos para compartirlos sino no tiene sentido vivirlos, eso me pasa a mi con los anocheceres... El otro día vi anochecer en mi rincón favorito de Madrid, una vez me llevaste allí y me catalogaste como neo.romántica liberal. Yo me enamoré de aquel lugar, tú me dijiste que era todo tan contradictorio dentro de mi... que no era capaz de querer a ningún hombre, pero que luego me enamoraba de cualquier obra de arte... ese día te dije que sufría el Sindrome de Stendhal, que solo me pasaba contigo, pero que lo sufría, que había llegado a la conclusión de que era lo más parecido al amor que podría experimentar personalmente y que deberías estar orgulloso por tí y por mi... pero bueno, todo esto ya es pasado...

Abrí los ojos y ya había anochecido. Entre toda esa oscuridad me he encontrado a mi misma abofeteándome la cara en mitad de un callejón oscuro. El callejón era oscuro, pero tenía una salida... el problema no es la salida, sino que a veces perferimos esperar sentados en la penumbra antes que sacar valor o fuerzas y enfrentarnos a la salida del callejón.... ¿Te he dicho que me duele la mandíbula? Verás, hoy me duele la mandíbula, llevo apretando demasiado los dientes estos días, supongo que los aprieto para no desbordarme... Dios, otra vez me ha vuelto a pasar, siempre me voy por las ramas... perdóname... El caso es que estoy en un autobús en mitad de la carretera, ha anochecido, he vuelto a leerte y ahora solo se me ocurre una pregunta:

¿Te referías a todo esto cuando me dijiste: destrúyeme y conviérteme en literatura, tal vez eso sea arte...?

sábado, 11 de junio de 2011

femme.fatale

- ¿Quién eres tú?
- La puta mujer maravilla, ¿no lo ves?
- Yo solo veo una máscara, nada de lo que hay detrás. Pareces un prototipo de femme fatale.
- No, más bien soy una guarra sin escrúpulos, ¿me bajo las bragas ya o me invitas a una copa?

martes, 31 de mayo de 2011

findetemporada

Estábamos allí.
Habíamos vuelto al punto exacto al que prometimos no volver... Promesas, eso tiene gracia cuando se trata de nosotros... El caso es que estábamos de nuevo allí, exteriormente todo seguía igual, ni una arruga nueva, ni una sola cana entre tu cabello, ni una sola cicatriz nueva. Las fachadas casi perfectas y sin grandes cambios...

Cuando se trata de interiores la cosa cambia y ahí sí que había cambios. Yo no era la misma, él supongo que lo había notado. Él tampoco era el mismo y yo lo noté en cuanto lo vi llegar puntual y triste como nunca.

Misma hora, mismo lugar, misma ciudad, mismo espacio pero distinto tiempo... El tiempo, el único que gana todas las batallas... pero, ¿para qué ganar batallas si se trata de ganar la guerra? Porque las batallas componen las guerras, porque no hay guerra vencida si no se vencieron las batallas... y en esta está claro que yo siempre pierdo pero tú tampoco ganas, solo gana el tiempo que nos acerca o nos aleja, que nos maneja a su antojo como marionetas inertes entre sus manos, dejándonos arrastrar por mareas internas que huyen del olvido y del dolor...

No sabemos decir adiós porque nadie nos ha enseñado a decírnoslo. Tampoco decimos para siempre porque tampoco nadie nos enseñó... aunque hay una diferencia entre el adiós y el para siempre. Esa diferencia es que la segunda opción no la queremos aprender por mucho que nos la enseñen, por mucho que nos dejen miguitas de pan para no perdernos de vuelta a casa, ese camino definitivamente, no lo queremos seguir; o no lo quieres seguir tú y yo te sigo como un borreguito o como una cría de pato que necesita la protección de mamá pato para cruzar hasta la otra orilla...

domingo, 15 de mayo de 2011

cicatrices

Excesiva preocupación por la forma, por la estructura, por el exterior... Hace tiempo que uso demasiado maquillaje para ocultar cicatrices, hace tiempo que pongo tiritas para ocultar las heridas. Esto resulta fácil; un poco de saliva para que la herida no sangre, un lavado de cara, un poco de pintura y la fachada queda como nueva, pero... ¿qué pasa con los interiores?

Cada vez que pongo una tirita, un vaso comunicante interior se atasca a la altura de la Carótida Interna; cada vez que me desplomo en tu cama es como si iniciase un salto al vacío, con varias consecuencias inmediatas. Cada vez que tu cuerpo me roza, un músculo se atrofia; porque tus manos ya no acarician, tus manos dejan huellas, surcos imperceptibles al ojo humano, pero es cuestión de tiempo para observar los efectos del ataque letal y poder hacer balance de daños.

Las heridas sangran por dentro, tus labios ya no sirven de medio de descompresión, sino que muerden y rompen las paredes de los tejidos internos...

Porque es difícil recuperar todas las piezas, la descomposición es más que evidente. Los tornillos están sueltos y la estructura no es lo suficientemente sólida por lo que corro el riesgo de desplome, descomposición, derrumbe, destrucción...

Porque supongo, que hace un tiempo hubiese sido capaz de inmolarme por tí, pero ahora, frente al espejo, me doy cuenta de que esa no sería más que otra forma de quedarme con la figura, no con el fondo... y ahora es tiempo de decorar con gusto el fondo, aunque nadie vaya a visitarlo por una temporada. Porque lo decoro para quedarme ahí por un tiempo, con el rimmel en el bolsillo y las tiritas en las manos, que duelen porque están trabajando, porque la mente no les deja descansar, porque es el último empujón que todos merecemos, aunque estemos cansados y nos merezcamos un descanso...

síndrome del miembro fantasma

eres como el miembro fantasma

ya no estás

pero te sigo sintiendo

y aún dueles

oxidación - reducción

Los cuerpos ocupan un espacio necesario. Luego hay otro espacio, llamémoslo X, necesario para respirar, si ese espacio X se reduce considerablemente hasta llegar a oprimirnos, lo que queda fuera del perímetro llega a estorbar de tal manera que resulta necesario apartarlo de nosotros...

Me faltaba el aire, lo notaba. Me costaba respirar, permanecía tumbada, con el mando de la televisión entre las manos; y los pies, desnudos, en el extremo del sofá blanco... "Esto es una jaula! dije, mientras dejaba el mando sobre la mesa, mientras tú levantabas la vista de ese estúpido libro...

"¿Qué dices?" susurras detrás del libro... "¡Que esto es una jaula, joder!" "¡Que me estoy ahogando aquí!" "Que me siento sola, inerte, impasible, inútil, en este sofá, en esta casa, a tu lado..."

Tú vuelves a poner esa cara que pones cuando te digo algo que no eres capaz de comprender o asimilar o qué se yo... pero me miras como compadeciéndote de mi, como si estuviera loca, como si mi mente estructurase la realidad de una manera errónea o desproporcionada... A mi eso ya no me importa, dejó de importarme meses atrás; cuando tú ibas a hacer la compra solo. Solo, porque a mi ya no me importaba tampoco que la nevera estuviese vacía, "¡qué más da!", me repetía, tenemos la nevera como el corazón, vacío y sucio... con restos de tiempos mejores que acabaron por pudrirse por falta de oxígeno ....

Falta de oxígeno. No quiero acabar pudriéndome...

Me recuerdas al limón amargo al que no le queda zumo por la oxidación, me recuerdas a todo lo que quiero desechar o apartar de mi vida, me recuerdas a todo lo que no quiero y por eso, entre otras cosas, he hecho las maletas y me he ido antes de que termines tu estúpido libro; evitando las despedidas y lo que es peor, la oxidación de los cuerpos que se deterioran por el paso del tiempo, por falta de espacio, de oxígeno... por falta de vida.


domingo, 17 de abril de 2011

finales sin fin

Él contempla mi cuerpo desnudo desde la puerta de la sala. Yo intento cuidar el mínimo detalle de una enmrañada melena, ¿para qué? en unos segundos toda esa ínfima armonía se habrá acabado... porque todo tiene un principio y un final, porque siempre hay un final para todo... para la falsa percepción de la belleza, para la falsa percepción intelectual a la altura de tus hombros, con el cuerpo empapado en sudor y mis manos escalando por tu espalda hasta llegar a tu pelo, desorden caótico... Todo desordenado y con caída libre hacia el fondo del pozo o el hoyo o lo que quiera que sea esta mierda en la que estoy metida, con el barro hasta el pecho y sin fuerza suficiente para impulsarme y conseguir ser de nuevo libre... estoy atrapada.

Tu dibujas mi silueta con las palmas de tus manos... tus manos siempre están frías. En el fondo adoro esa sensación; supongo que hace sentirme viva, que siento el frío y después el calor, y después siento que te vas o me voy, que me separo demasiado para evitar la inercia que me mantendría unida a este punto ahora inerte...

Inerte... sin vida, sin presente y por supuesto, sin futuro... pero con pasado, "¿y el pasado para qué? te susurro al oído... "Para recordar que todo se termina" contestas... mientras tanto seguimos viendo películas con falta de argumento y demasiado contenido explícito... porque todo se termina, todo tiene un fin... incluso nosotros, este tiempo, y también, nuestra vida.

domingo, 27 de marzo de 2011

nacer, vivir y morir...

[...] Así hemos conseguido vivir hasta ahora, imaginando que nos protege una suerte que seguramente no existe...

Hay desgracias de diferentes tamaños por todas partes y seguramente mucho más cerca, a mi alrededor, y algunas, tal vez, me incluyan como culpable, muy lejos de esta noble distancia de quien no es sino un mero y cumplido observador. La muerte de uno solo es también la muerte del mundo entero y siempre y de nuevo y cada vez. Por contra, la alegre vida de los demás se formula como la única salvación de lo poco que consideramos propio. Nada nuevo en realidad, no hay horror que nos cuente lo que ya sabíamos, pero es imposible, al menos, perder el cariño tan aprisa...

No entiendo nada del mundo, pero sé que cuando quiere nos pasa por encima. Vivir debe de ser esto que, mal que bien, hacemos mientras tanto...

Ray. Loriga

lunes, 14 de marzo de 2011

¿es esto un sueño?

No sabes si se trata de un sueño, si lo soñaste o si lo estás soñando en ese momento. Hace calor, una brisa enmaraña tu pelo como lo hacía ella mientras te lo acariciaba a la hora de dormir, los dos, abrazados, juntos.

Hace calor, sol y tus labios se desquebrajan por culpa de la sal, la sal, la sal, sí, es el mar, el mar que te envuelve y tú te dejas envolver como hacía ella cuando te abrazaba para poder dormir, sí, dormir, los dos, abrazados, juntos.

Pero tú no sabes si se trata de un sueño, si todo lo que pasa por tu mente ahora es real o es fruto de tu imaginación. Hasta qué punto somos capaces de construir verdaderas historias en nuestra mente para salvaguardar nuestra autoimagen, hasta qué punto eres capaz de inventarla para poder dormir tranquilo, hasta qué punto ella es real.

viernes, 11 de marzo de 2011

partir.nos

Quédate, y finge que tuvimos una pelea, para que al menos tengas una excusa.

pero no te lo digo, porque yo no lo haría...

domingo, 13 de febrero de 2011

no hay que amar como los niños

¿Y si dejas de susurrar? ¿De exigir de escudriñar, de manosearlo todo? ¡Qué cansado! Y qué aburrido. ¿Y si aparcas las intenciones, las malditas metáforas, las conclusiones, la arrogancia y la ironía? ¿Y si creces de una vez? Sentado en la cocina, no precisamente el cuarto más caliente de la casa, me dispongo a querer de veras, aunque para ello tenga que poner el corazón de una vez por todas en su sitio. Te veo claramente, apenas desfigurada, que decía Éludard. No más trucos, el tiempo de jugar a bandoleros ha pasado. Me veo obligado a hablar por más que no diga nada importante, ni interesante siquiera, Qué remedio. No estaré solo si puedo evitarlo, y puedo evitarlo si quiero evitarlo. No voy a callarme precisamente ahora. Sólo los niños se aprovechan del silencio para darse lustre, para hacerse notar, para esgrimir sus precarias razones. Los hombres hablan aun a su pesar y se condenan a vivir con lo dicho, con lo hecho, no hay otra manera de vivir [...].

[...] Ya no es posible amar solo en febrero, ni al tuntún de la luna y las mareas. Si se apagan las velas, que se apaguen, si se mueren las rosas, que se mueran; si se pierde un guante, bien perdido está. Nada se parece a ti, y por tanto me parece conveniente no compararte con nada. Más que harto estaba ya de la traición gélida de los espejos. De la trampa y el cartón de los misterios y la coquetería boba de las leyendas, los laberintos, los crucigramas.

Sentado en la cocina y apoyada la espalda contra el frío real, me dispongo por fin a quererte, pero no como los niños, no con ese amor caprichosamente desesperado, no entre los tesoros que en realidad no tengo, sino en serio.

Con las palmas de las manos hacia arriba y los ojos bien abiertos.


- Ray Loriga -

domingo, 9 de enero de 2011

segundo asalto

¿Y si en lugar de querernos tanto probamos a querernos bien?

jueves, 6 de enero de 2011

fragmentos de tiempo detenido

No sabes qué es llenar una ciudad fría de calor, tú no lo sabes porque nunca lo has tenido... Las calles aquí suelen ser frías y ocres, pero a ratos parece que cambian de color; y las bocanadas de aire que digieren mis pulmones no son lo suficientemente gélidas para conseguir callarme, para interrumpir la risa y, en ocasiones, tampoco el llanto.

Hay gente que llora con la garganta, cuando canta; otra llora cuando ríe. Tus ojos lloran cuando ríes a carcajadas... Yo me empapo por dentro de todas las pequeñas emociones que se transmiten por las corrientes de aire en los meses de invierno, aquí y ahora.

Salgo de mi invierno perpetuo, lo noto. Lo noto, lo hago lentamente, pero estoy saliendo. Ya no soy de piedra. "las piedras son para la playa", me repites bajito... "y si sigues así no te podremos volver a llevar, porque no queremos que te confundas con el fondo del mar y te vuelvas a perder en verano por culpa del sol, el calor y las mareas internas...

Hemos perdido todas las fotografías desde el 2006... hemos perdido instantes congelados, no son más que fragmentos de tiempo detenido, de tiempo definitivamente perdido y a la vez devastadoramente enriquecido con nuevas experiencias; nuevos momentos capaces de influir en los anteriores y modificarlos. Entran en juego las emociones, los sentimientos, el sonido de tu risa plasmada en el papel, el silencio de los besos que nunca sucedieron, el ritmo de tu corazón latiendo rápidamente por culpa del frío...

Todas esas imágenes no las podremos recuperar jamás, en eso estás en lo cierto, pero los recuerdos que las componen siempre permanecen...

Recuerdos de imágenes transitadas, de finales inventados... pueden servir para atisbar un destino colectivo, solo nuestro, y dentro de un tiempo volver a cerrar los ojos y mirar las nuevas fotografías y contarlo; pensar que sucedió y con unas palabras convertirlo en algo grandioso, siempre acompañado de un triste consuelo lleno de nuevas experiencias y descuentos de segundos que merman nuestro tiempo...

Y de fondo, el sonido de los besos que ahora sí suceden, el silencio de las sonrisas adornadas con dientes... El calor de los sentidos y el tiempo que se aleja mientras nosotros nos mantenemos más lejos que nunca, más cerca que antes... rozando límites, como siempre.