martes, 14 de junio de 2011

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Desde un abrazo roto, si me dejas, echo de menos tus mañanas enredadas en bostezos. Suena un cantautor en la radio, unos dicen que es Dylan, otros que Bruce. Sus pisadas y sus cuerdas vocales no le bastaron para hacerse un eco propio.
Malditos espejos, en los que siempre hay que mirarse. Hay noches en las que tengo largas conversaciones contigo, para mi todavía no has muerto. Te cuento que el mundo se ha vuelto loco, pero eso ya lo sabías. Que mi vértigo va in crescendo. Que ya no me entiendo con nadie. Que momentáneamente hay quien me quiere hacer creer que sí. Y me siento a salvo, entonces sí.
Cuando te fuiste te llevaste mi soledad, y no la he vuelto a ver por aquí. Seré generosa, en un acto de altruismo te diré que te la regalo. Por si algún día ya no recuerdas la forma de mi hombros y te asomas a su espalda.
Desde hace cosa de una semana me permito pensar con un ritmo distinto, de verano, pero qeudan tantas cosas por hacer antes de dejar descansar los nervios...
Envíame remites desde donde quiera que estés.

lunes, 13 de junio de 2011

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Después de mucho meses, he necesitado un viaje en autobús para volver a leerte.

Has vuelto a escribir sobre sexo, siempre decías que eso no tenía mérito, porque era lo más fácil, a lo que todo hombre recurre por instinto... tú lo has hecho, anoche, según tu blog, a las 3.45 publicaste una nueva entrada hablando de sexo... sería tu instinto el que recurrió al sexo mientras tus dedos se sincronizaban para poder organizar un relato coherente con tanta idea y poca sangre en la cabeza...

He tenido una sensación extraña al leerte de nuevo. Echaba de menos los paseos por el río sin el río, echaba de menos las charlas sobre literatura pero sin literatura, incluso echaba de menos el sabor de tus besos sin sabor... Entonces pensé que quizás me habría equivocado a la hora de comprar el billete de autobús, que quizás debía haber cogido otro con un destino diferente... no sé, pensé que me había equivocado y me he puesto nerviosa... El hombre que había sentado a mi lado lo ha notado y me ha dicho: "Pero bonita, ¿estás bien?". Soy de esas personas que no son capaces de disimular el menor atisbo de emocionalidad a la altura de mi rostro, tú lo sabes y por eso jugabas mucho con mi expresión corporal, no solo entre las sábanas, eso ya es otra cosa, me refiero a cuando me llamabas con voz apagada y me decías que teníamos que vernos urgentemente, que te habían dado una noticia horrible... Yo siempre acudía corriendo, casi sin aliento llegaba hasta a tí y entonces con mi rostro desencajado, preparándome para la peor de las noticias, recibía por tu parte una sonrisa y un: "¿En serio te lo has vuelto a creer?"... Nunca me enfadaba, siempre tuviste esa capacidad de no hacerme enfadar.

Bueno, no quiero desviarme... el caso es que yo me he puesto nerviosa y he querido volver hasta tu lado. He pensado en el sueño que tenía recurrente cuando dormía en tu casa, ese en el que estábamos en un estanque en la zona de Noruega y el agua estaba congelada... ese sueño en el que tú olvidabas cómo nadar y te empezabas a hundir, entonces yo siempre te salvaba, yo te salvaba... he pensado qué pasaría si esta vez entrases tú solo en un estanque helado, he pensado que no podría salvarte porque ya no estaría contigo, supongo que por eso quería ir corriendo a tu lado. Sí, es una gilipollez, tú sabes nadar perfectamente y no estás en noruega sino en la costa mediterránea y todo es una historia absurda en mi cabeza, que quizás no quiera significar otra cosa más que una excusa para volver a ti y que no sea con las manos vacías...

Te he vuelto a leer y para tranquilizar al señor me hice la dormida, conecté mi ipod y cerré los ojos, cuando los he vuelto a abrir ya había anochecido, me he perdido el anochecer, tampoco me importa, supongo que hay momentos para compartirlos sino no tiene sentido vivirlos, eso me pasa a mi con los anocheceres... El otro día vi anochecer en mi rincón favorito de Madrid, una vez me llevaste allí y me catalogaste como neo.romántica liberal. Yo me enamoré de aquel lugar, tú me dijiste que era todo tan contradictorio dentro de mi... que no era capaz de querer a ningún hombre, pero que luego me enamoraba de cualquier obra de arte... ese día te dije que sufría el Sindrome de Stendhal, que solo me pasaba contigo, pero que lo sufría, que había llegado a la conclusión de que era lo más parecido al amor que podría experimentar personalmente y que deberías estar orgulloso por tí y por mi... pero bueno, todo esto ya es pasado...

Abrí los ojos y ya había anochecido. Entre toda esa oscuridad me he encontrado a mi misma abofeteándome la cara en mitad de un callejón oscuro. El callejón era oscuro, pero tenía una salida... el problema no es la salida, sino que a veces perferimos esperar sentados en la penumbra antes que sacar valor o fuerzas y enfrentarnos a la salida del callejón.... ¿Te he dicho que me duele la mandíbula? Verás, hoy me duele la mandíbula, llevo apretando demasiado los dientes estos días, supongo que los aprieto para no desbordarme... Dios, otra vez me ha vuelto a pasar, siempre me voy por las ramas... perdóname... El caso es que estoy en un autobús en mitad de la carretera, ha anochecido, he vuelto a leerte y ahora solo se me ocurre una pregunta:

¿Te referías a todo esto cuando me dijiste: destrúyeme y conviérteme en literatura, tal vez eso sea arte...?

sábado, 11 de junio de 2011

femme.fatale

- ¿Quién eres tú?
- La puta mujer maravilla, ¿no lo ves?
- Yo solo veo una máscara, nada de lo que hay detrás. Pareces un prototipo de femme fatale.
- No, más bien soy una guarra sin escrúpulos, ¿me bajo las bragas ya o me invitas a una copa?