miércoles, 12 de marzo de 2008

tarde de pseudoprimavera

Todo se movía dentro, de tal forma que comenzaba a resultar molesto...

Se tumbó, pensó que así conseguiría estabilizar su eje de equilibrio.

El problema es que ya no sabía donde estaba ese eje,

ni siquiera si seguía existiendo, como hacía tiempo; inmóvil, quieto, como un punto fijo donde siempre se podía agarrar al reír.

Y ahora necesitaba aferrarse a él,

y no era capaz de encontrarlo

y todo se movía demasiado

y había demasiadas vueltas

y todo comenzaba a ir demasiado rápido
....

Pero justo en ese instante

un punto le tocó la yema del dedo meñique

transmitiéndole calma




y no lloró.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Soy primer, qué guay! Algún día espero poder contárselo a mis nietos :P

Muy bien, Grimaldi, has conseguido que lo lea hasta el final =)

Unknown dijo...

“Si por desgracia se abriera alguna rendija de tiempo en la sólida sustancia de sus distracciones, siempre queda el SOmA: medio gramo para una de asueto, un gramo para fin de semana, dos gramos para viaje al bello Oriente , tres para una oscura eternidad en la luna”
Un Mundo Feliz de Aldous Huxley.


sigue buscando tu eje, aunq te cueste encontrarlo. que es mejor desesperar que olvidar porq empezaste a andar