Se levantó con pinchazos en las sienes
la vista nublada
y unos cuantos restos de chocolate en los dedos…
La noche había sido larga
y otra vez más la pasó sola...
Sola … como el resto de las noches que componían
las tres últimas semanas…
Y entonces se acordó de su rutina anterior
... y de repente una lágrima que arrastraba lentamente restos secos de otras anteriores fue a aterrizar a la comisura de sus labios
y al llegar a sus labios fue cuando descubrió que la rutina de hacía un tiempo se había convertido en un deseo...
y fue ese deseo el que le empujó en ese momento a
coger el móvil,
marcar una sucesion absurda de números,
y conseguir así que aquella tarde
el café no fuese solo ni a solas
y no fue así pues alguien se sentó en su misma mesa
alguien acompañó al ligero café solo
y esta vez no fue un azucarillo
Y así fue como él consiguió endulzar la tarde incluso más de lo que hubiese conseguido el absurdo, diminuto y efímero azucarillo…
domingo, 4 de mayo de 2008
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2 comentarios:
Cada día que pasa entro en tu blog para leer tus maravillas!
Un beso muy grande guapa
números que evitan cafés solos y a solas
palabras que evitan una catástrofe mayor
te quiero
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