domingo, 17 de abril de 2011

finales sin fin

Él contempla mi cuerpo desnudo desde la puerta de la sala. Yo intento cuidar el mínimo detalle de una enmrañada melena, ¿para qué? en unos segundos toda esa ínfima armonía se habrá acabado... porque todo tiene un principio y un final, porque siempre hay un final para todo... para la falsa percepción de la belleza, para la falsa percepción intelectual a la altura de tus hombros, con el cuerpo empapado en sudor y mis manos escalando por tu espalda hasta llegar a tu pelo, desorden caótico... Todo desordenado y con caída libre hacia el fondo del pozo o el hoyo o lo que quiera que sea esta mierda en la que estoy metida, con el barro hasta el pecho y sin fuerza suficiente para impulsarme y conseguir ser de nuevo libre... estoy atrapada.

Tu dibujas mi silueta con las palmas de tus manos... tus manos siempre están frías. En el fondo adoro esa sensación; supongo que hace sentirme viva, que siento el frío y después el calor, y después siento que te vas o me voy, que me separo demasiado para evitar la inercia que me mantendría unida a este punto ahora inerte...

Inerte... sin vida, sin presente y por supuesto, sin futuro... pero con pasado, "¿y el pasado para qué? te susurro al oído... "Para recordar que todo se termina" contestas... mientras tanto seguimos viendo películas con falta de argumento y demasiado contenido explícito... porque todo se termina, todo tiene un fin... incluso nosotros, este tiempo, y también, nuestra vida.

1 comentario:

Gabri dijo...

Cuando quieres a alguien, lo más normal es que también lo necesites. Necesitar, en cambio, no siempre es querer.

Bonito blog.