Cuando conseguí despegarme de tu colchón, las plantas de mis pies percibieron el frío de afuera, un frío que se colaba entre pieza y pieza que componen el puzzle; un puzzle que significa tu pasillo, tu habitación y el resto de tu casa en forma de parquet...
Aligeré el paso hasta llegar a la última habitación a la izquierda y me subí a tus pies, acomodé mi cabeza en tu pecho y el calor vino solo, de nuevo... y era una sensación agradable, reconfortante e incluso me atrevería a definir que en este punto ya se ha convertido en "hogareña"...
Ahora que caminamos a la vez, que empujas las plantas de mis pies hacia tus rodillas con la fuerza del empeine, protegiéndome así del suelo helador; ahora, no soy capaz de adivinar hacia dónde nos dirigimos... mis ojos siguen clavados en tu pecho,pero percibo el movimiento... y eso me gusta... me gusta que nos movamos, ¿hacia dónde?; eso no importa, ahora ya no tengo frío...
lunes, 8 de diciembre de 2008
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