domingo, 13 de junio de 2010

castillos de cartón

Qué cabrón eres, pensé para mí misma, pero qué cabrón, y al pensarlo me reía, me alegraba por dentro.

Mimábamos el tiempo, lo sosteníamos con dedos temerosos, forrados de algodón, y caminábamos de puntillas sobre el misterio de nuestra antigua inconsciencia para no molestarla, para no despertarla, para dejarla dormir. Entonces la vida volvía a ser buena, volvía a ser fácil, una cama grande, un balcón soleado... el humo del hachís, el ruido de los besos, de la risa.


Almudena.Grandes

No hay comentarios: