martes, 8 de junio de 2010

la física de las relaciones interpersonales

No se encontraban, no, nuestras manos no se encontraban. Las parejas suelen acariciar las mesas con sus manos mientras se retuercen en caricias, las nuestras no. Eso querría decir algo, pensaba yo mientras me tocabas el muslo y a la vez pensaba en él, no en ti, pensaba en él porque mis manos se retorcían como se retorcía mi cuerpo cuando él me tocaba el muslo como lo hacías tú en ese mismo momento, sin embargo contigo no me retorcía, contigo no, porque contigo no sentía nada.

A ti te gustaba el café soluble yo no lo soportaba, no entendías la diferencia entre el buen café molido y el café soluble; como nunca entendiste la diferencia entre un agua de colonia y un perfume. El caso es que yo quería recibir perfumes pero tú solo me regalabas aguas de colonia y me invitabas a tu casa para beber café soluble... la importancia recae en los pequeños detalles, los pequeños detalles son los que me iba guardando en el bolsillo de la chaqueta a rayas que él me regaló, la chaqueta que sacaba para pasear los días soleados, pero esos pequeños detalles los sacaba del bolsillo cada vez que salía con él a pasear por la ciudad, era mejor no dejar rastro, era mejor que él no supiese de tu existencia, era mejor que los tres no existiésemos o coincidiésemos en el mismo espacio-tiempo.

Nunca conseguiré descifrar las múltiples incógnitas que albergan mi cabeza. Cada vez que intento manejar el espacio-tiempo, fracaso. Debe ser que hago mal las cuentas o que no uso las ecuaciones adecuadas... el caso es que no soy capaz de ordenar tanta numerología, tanto sentido metafísico en una mente tan pequeña y recatada que pertenece a una licenciatura de letras, como la tuya pero no la de él. Yo compartía contigo letras, calidez, profundidad, sencillez, cosas que en el fondo se quedaban, llenando el hueco que tenía reservado para ti. Con él era distinto, con él compartía números, riesgo, altura, acción, con él compartía todo lo que no quería compartir contigo y cuando se me entumecían los pies pensaba que porqué solo lo hacía con él y no contigo... por qué no contigo... pero eso no me lo preguntaba cuando coincidía contigo en el espacio-tiempo, a estas cosas me refiero con que no conseguiré descifrar nunca ciertas leyes lógicas...

El caso es que hubo días en los que yo quería que tú pasases al otro lado, pero te quedaste ahí, como siempre, correcto, diplomáticamente correcto, joder, para eso eres de letras, pero creéme que yo solo quería que por un instante tú te pasases de la raya y no utilizases tus manos para abrazarme, que las usases para desnudarme y entonces, suplantar la identidad de él por un breve lapso de tiempo, porque pensé que solo era cuestión de llegar a la otra orilla, al otro terreno que guardaba dentro de mi reservado para él, que entrases y lo conquistases, pues una vez dentro, sabía, que nunca lo abandonarías y no tendría que seguir borrando rastros ni seguir estrujándome los sesos intentando descifrar ciertas fórmulas complejas del espacio-tiempo.

1 comentario:

Luis Miguel Guardeño dijo...

Qué entrada más tristemente bonita. Sentimientos tan reconocibles y tan bien expresados. Qué gran descubrimiento tu blog. Enhorabuena.