miércoles, 10 de marzo de 2010

personal

Me gusta el frío
y el traqueteo que desemboca en los dientes, que tiemblan en los límites de la temperatura buscando energía cinética que se transforme en energía calórica, sí, en (nuestro) calor...
Suerte, que no están dislocados los huesos
porque ellos también iniciarían ese baile por culpa del hielo que los arropa...

Al final de la cama
los pies fríos
y una falta de sincronización de las coordenadas espacio-tiempo...

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