lunes, 24 de octubre de 2011

corrientes

Hacíamos las maletas, nos íbamos, nos marchábamos, abandonábamos el barco, fin de la historia, fin de la película. Esta mierda no es para nosotros.

Ropa interior, pijama, ropa de verano, ropa de invierno...¿qué tiempo hace en el lugar al que nos dirigimos? Qué más da, podría hacer el calor más sofocante que seguirías sintiendo los pies fríos.

Apartamos las maletas, nos besábamos, mirábamos por el balcón. La ciudad estaba cubierta por una cortina de lluvia. Agua... las corrientes de agua se llevan todo lo que encuentran a su paso. ¿Por qué no nos arrastraba a nosotros también? Nosotros, que estábamos ahí, en el apartamento del 2º piso, en la calle del centro, haciendo las maletas, dispuestos a ser arrastrados por no sabíamos bien qué.

Su mano acarició mi espalda. Era la primera vez que me tocaba así desde hacía mucho tiempo. Me agarró la mano fuerte. En ese momento supe que por muchas corrientes que nos arrastrasen, no moriríamos ahogados. Esta vez no. Esta vez saldríamos a flote, lo haríamos, esta vez, sí.

Permanecíamos inmóviles, mudos, frente a las cristaleras del balcón, viendo cómo caía la lluvia, agarrados de la mano. No decíamos nada, no oíamos nada, solo el tintineo de la lluvia golpeando el cristal. ¿Es que ya nos lo habíamos dicho todo? O por el contrario, ¿nos lo estábamos callando todo?

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