lunes, 27 de diciembre de 2010

primer principio de la termodinámica y tú

Tus lágrimas nunca cristalizan, no creo que sea por culpa de la sal o el frío; el caso es que tú nunca lloras, ni siquiera cuando te quitas o te pones las lentillas.

Mírame, te acabo de dar una de las noticias más tristes que podrías haber escuchado estos días, y permaneces ahí, tumbado en tu cama, con un cómic entre las manos y una mueca impasible, como si el tiempo no pasase por ti, como si tus ojos no mirasen, como si tu corazón no sintiese, como si no pudieses procesar... falta de procesos cognitivo-motores a la altura de tu pecho.

¿Qué pasa ahí dentro? Te pregunto, dime al menos que estás bien...

Mueca congelada, equilibrio perfecto de partículas y conexiones neuronales infinitas, sinapsis continua en tu interior, ni siquiera tus labios se arquean para dar lugar a una fugaz mueca de tristeza o miedo, o al menos, cualquier emoción diferente a la de indiferencia.

Entonces fue cuando comprendí porqué no tenías lágrimas, careces de ese impulso que premite a la gente expresar lo que siente, expulsarlo. No eres capa de expresar nada, ni con palabras ni con gestos, falta de comunicación afectiva intencional e in.intencional a la altura de tu tronco y rostro, acumulación explosiva en el interior, si no abres la puerta pronto corres el peligro de ahogarte en tus propias ideas, pensamiento, fluidos...

Me acerco y te beso, entonces empiezo a notar tus labios salados; hemos encontrado el medio de descompresión... ahora busco un punto inerte entre tu cuerpo y tu emocionalidad para conseguir el equilibrio perfecto que me mantenga unida a ti por más tiempo, permitiendo que no te ahogues tú por dentro, ni me ahogue yo, aquí fuera, fuera de ti mientras nado hasta tu interior y consigo al final el equilibrio de presiones externa e interna...

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