jueves, 16 de diciembre de 2010

regalo

Tu pelo aún conservaba restos de sal del mar. Me dijiste que era mi regalo: "cierra los ojos, ven".

Hacía tiempo que no te sentía tan cerca. El abrazo fue de esos mínimos en distancia, costaba respirar pero la sensación era agradable...

Me tocabas el pelo, yo odio que me toquen el pelo, pero tú siempre tuviste licencia para hacerlo. Mis dedos se enredaban en tu pelo, la nariz cerca de tu cuello, "hueles a verano" te dije... tú sonreías y me apretabas junto a ti, "es un regalo, te he traído un pedacito de mar, para que puedas nadar y no te ahogues"...

En ese momento empecé a desbordarme por culpa de las mareas internas. Mi cuerpo reaccionaba con forma de espasmos, tú, me abrazabas más fuerte...

No recuerdo cuánto tiempo permanecimos así, pero estaba lloviendo... lo recuerdo porque tu rostro comenzó a empaparse y tus labios sabían a sal.

"Este es tu regalo" repetías una y otra vez...

Subió tanto la marea, que tuvimos que construir un dique, demasiado frágil, pensé; efímero, quizás... "Si me sueltas ahora creo que voy a empezar a hundirme" te decía bajito, como el que le dice al otro que no se aleje nunca más, que no le deje solo en medio de tanta agua... que le necesita, en definitiva...

"Este es tu regalo, solo para ti,
solo
para
ti..."

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