martes, 5 de enero de 2010

dentro

Supongo que solo era cuestión de agarrarse a lo de dentro, al ombligo, para ser por un instante el centro del mundo, notando como los planetas se alineaban de tal manera que una energía cósmica se centraba en ese punto concéntrico, su ombligo y por extensión a su cuerpo...

Y entonces decide dejarse caer, que no llevar, que son cosas diferentes, esta vez había que dejarse caer para ver si sus brazos eran tan fuertes que pudiesen con el peso de tus huesos, que hace días que eres poco más que un saco de huesos... pero estás guapa, aunque no te lo digo, para que no asocies belleza con delgadez, odio esas tonterías...

Caes, pero no llegas al suelo, tampoco levitas, son sus brazos los que te mantienen estática a centímetros del suelo y su sonrisa denota una alegría inmensa porque llegó a tiempo, y sigues viva, no tocaste el suelo...

Pero tú no eres capaz de vislumbrar esa sonrisa, te pierdes entre tanta belleza y piensas que ningún amanecer tuvo tanta luz como su rostro, y que te encanta pero no se lo dices porque no puedes verlo, tampoco estás segura de sentir todo eso, así que cierras los ojos y que sea lo que tenga que ser...

Entonces él te besa y tú renaces, y ganas peso, ya no eres un enorme saco de huesos, porque él hace tiempo que se ha instalado en tu pecho y ahora, no hay quien lo saque... y quieras o no, eso, pesa.

No hay comentarios: