jueves, 15 de abril de 2010

labios marchitos

solo quedan los restos de aquellos besos



Él escribe historias y no sabe qué es la vida, él siempre me cuenta historias para que yo crea en la vida, en su vida, definitivamente, para que crea en él... Él, que a ratos me quiere y a ratos me odia, me pide que crea en su vida y en la mía como un conjunto con identidad propia e individual, como si en realidad fuésemos un número impar... yo me mantengo impasible, sin arrugar la frente, callada, muda; en el fondo del salón.

Él sigue teorizando y de vez en cuando se permite el gesto de percatarse de mi presencia y me hace notar de nuevo la diferencia entre ambos colocándose siempre cuatro pasos delante de mí con un: "¿me entiendes?", como si mi capacidad intelectual fuese tan limitada que fuese incapaz de descifrar el castellano de la mano de un inepto que comete faltas de ortografía mientras se tatúa en la piel historias que no son ciertas más que en su mente, que es tan limitada como el propio dueño.

Yo me mantengo callada en el sillón del fondo de la sala, yo mastico chicle y de vez en cuando lo hago con la boca abierta para que note que también sé ser maleducada, abro la boca para que atisbe mi saliva y le invito con mi lengua a pasearse entre mis dientes, solo si él quiere, con el fin de que se calle, no me apetece escucharle más, no me apetece fingir que le admiro durante más tiempo, no me apetece mantener los ojos abiertos, "cállate y bésame" le digo mientras me levanto y me acerco a su cara y su boca, cierro los ojos, ya no le veo, él me besa, yo le beso y entonces mi cuerpo se vuelve (más) frío, como cada vez que me besa o me toca, frío porque cada vez que le beso me vacío y me muero un poco más por dentro.

Así es como me suicido entre sus brazos... Él no se percata de que tiene entre sus brazos un cuerpo sin vida, porque después de todo, está acostumbrado a besar labios muertos, sin vida... mis labios.

1 comentario:

jaio dijo...

entré en medicina porque quería ser forense